¡A vos te hablo!
¡Si… A vos!
Que me trajiste hasta acá para luego abandonarme.
Que me inundaste de un amor que después me arrebataste.
¡Si! Vos.
Que te llevaste mi pasado, mi presente y mis recuerdos.
Mi imaginación creativa… inclusive hasta mi sueños.
Esos de un futuro juntos. Esos que traían nietos.
Y ahora estoy acá.
Parado. Solo… aunque medio acompañado.
Entre telones, y luces que de a poco van callando.
Tratando de decir lo que no sale, y recuperar lo que no queda.
Buscando encontrar nuevas palabras, y digerir nuevas piedras.
No te pido me devuelvas ni mi corazón, ni mi felicidad siquiera.
Te pido que me des mi cuerpo. Ese que ya nadie toca ni besa.
No tengo donde guardar mis dolores, ni donde retratar mis penas.
Te quedaste con mis labios, con mis ojos y mis venas.
Si me lo devolvés, tal vez alguien me sienta,
me mire, me toque, y hasta quizás me quiera.
Pero ahora soy transparente… es como si no me vieran.
Regresa mi cuerpo, que sin querer dejé detrás de la puerta,
escondido en algún cuento, o dentro de alguna alacena.
Perdido entre tus sábanas, o en esa caja perversa,
donde guardas tu «juguete» el que a veces te recuerda,
que aunque fueran pocas las veces
conmigo siempre fueron muy buenas.
Dale… devolvelo
Si a vos ya no te queda.
Está tan triste y de hombros caídos,
que no late entre tus piernas.
Quizas, si después resucita,
cuando se conecte a mis venas.
En un futuro posible,
cuando ya no sienta penas,
Él te busque, él te toque
y tal vez de nuevo te sienta.